Saturday, August 16, 2008
Lucky
El gato epiléptico
Sábado 9 de agosto. Estábamos cuidando la casa de los padres de Daniel. Eran las tres y media de la tarde, acabábamos de terminar de comer y estábamos viendo una película mala pero divertida en la tele, cuando por el rabillo del ojo vi que uno de los perros estaba atacando a Lucky –el gato pequeño y blanco-, mordiéndole la espalda. Me levanté para pararlo.
Después Lucky tuvo un ataque de epilepsia (tiene esta enfermedad desde que le pisé la cabeza cuando era pequeño). Mientras mantenía a los perros a distancia de Lucky le dije a Dan que me trajera una toalla, para envolver al gato y ayudarle con sus temblores y convulsiones. La toalla empezó a mancharse con la espuma sanguinolenta que salía de la boca de Lucky.
Para evitar que se mordiera la lengua le metí los dedos en la boca. No sé qué estaba pensando. Mis dedos índice y corazón estaban en su boca y lo acariciaba con la mano izquierda, cuando de repente mordió con fuerza, siguiendo la evolución natural de un ataque epiléptico.
No podia sacar los dedos, así que usé los dedos de la mano izquierda para intentar abrirle la boca, y también se quedaron atrapados. Pedí ayuda a Dan a gritos, vino corriendo e intentó abrir la boca de Lucky. Estábamos de pie: Dan sujetaba a Lucky y yo intentaba darle instrucciones para abrir la boca del gato.
Entonces el gato me clavó las uñas en la cara. Soy por naturaleza muy presumida, paso horas mirándome al espejo pero en ese momento sólo me preocupaba el intenso dolor de mis dedos. Puede hacerme en la cara lo que quiera; arrancarme la piel a tiras si eso significa que puedo recuperar los dedos. Pero tuvimos que olvidarnos de los afilados dientes clavados en mis dedos durante unos segundos para separar el gato de mi cara, porque dejarlo como nuevo apéndice facial hacía que resultara muy difícil liberar mis manos.
Pasaron lentamente tres minutos llenos de angustia: yo intentaba sacar las manos, Dan trataba de agarrar la parte del cuello de Lucky que le obligaría a abrir la boca. Cuando el ataque empezó a remitir pude recuperar los dedos y correr hacia el baño y lavarme las manos. El dolor físico era malo, pero lo que resultaba y resulta peor era el dolor agudo y punzante de completa estupidez con que me quedé.
The Epileptic Cat
Saturday the 9th of August. We were house-sitting for Daniel’s parents. It was about 3.30pm, we had just finished eating lunch and were watching a bad but funny movie on T.V, when out of the corner of my eye I noticed one of the dogs was attacking Lucky - the little white cat - biting his back. I got up to stop it.
Lucky then started having an epileptic fit (a result of the damage I did to him when I stepped on his head as a kitten). Keeping the dogs away from Lucky I told Dan to get me a towel so I could wrap him and help him with his tremors. The towel began to be splattered with bloody foam from Luckies mouth.
To help him not bite down on his tounge I put my fingers in his mouth. What I was thinking I really don’t know. My right index and middle fingers were in his mouth and with my left hand I was stroking him, when suddenly he bit down, hard, the natural progress of a fit.
I couldn’t get my fingers out so I used my left hand fingers to try and prise his mouth open, they too got caught. I yelled to Dan for help, he came running and tried to help open Luckies mouth. We were standing up, Dan holding Lucky and me trying to give instructions on how to open the cat’s mouth.
The cat then stuck its claws in my face. I am by nature very vain, I have spent many hours in front of mirrors but in that moment I only cared about the searing pain in my fingers. He can do what he wants to my face I thought; rip it to shreads if it means I can have my fingers back. But we had to forget about the sharp teeth clamped into my fingers for a few seconds to remove the cat from my face as leaving him as a new appendage made it too difficult to free my hands.
Three very anguishing minutes past, slowly: me trying to yank my hands to safety, Dan trying to hold the part of Lucky’s neck that would force him to open his mouth. When the fit began to subside I was able reclaim my fingers and run to the bathroom and wash my hands.The physical pain was bad, but what was and is worse is the sharp stabbing pain of utter stupidity I am left with.
Photo thanks to Daniel Gascón
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1 comment:
Siento mucho lo de tus dedos y rostro. Los animales son así, como las personas, si nos da un ataque epiléptico y alguien nos mete los dedos en la boca, seguro que mordemos.
Por cierto, no te agradecí las tostadas con tomate que nos preparaste el día del viaje a Irún.
Muchas gracias, estaban estupendas y sobre todo a esas horas.
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